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Día Mundial del Agua 2009: Aguas transfronterizas

22 de marzo de 2009
El agua incide en todos los aspectos de la vida humana, desde la salud y el
saneamiento hasta los alimentos que comemos, y del entorno natural y los
ecosistemas a la industria y la energía que impulsan nuestro desarrollo.
Pero este recurso esencial está en peligro. El volumen de agua que se
encuentra a nuestra disposición ha permanecido invariable durante miles de
años, mientras que el número de usuarios y las modalidades de utilización han
aumentado muy considerablemente. Algunos fenómenos de ámbito mundial
–tales como el crecimiento demográfico, la urbanización, los cambios en el uso
del suelo y el calentamiento de la Tierra– están generando presiones
encontradas sobre este recurso limitado. A consecuencia de todo esto,
el volumen de agua disponible por persona es cada vez más desigual y está
menguando de manera drástica.
Las realidades geopolíticas complican estas tendencias. Los ríos, lagos y
acuíferos no respetan las fronteras nacionales. Hasta el momento se calcula en
276 el número de masas de agua de superficie transfronterizas y en 273 el de
los acuíferos transfronterizos, y alrededor del 40% de la población mundial vive
en zonas aledañas a esos recursos. La rivalidad por el agua es aún más intensa
en esos lugares, lo que genera graves tensiones entre los diversos grupos de
usuarios. Algunos incluso han agitado el espectro de futuras “guerras del agua”.
El Día Mundial del Agua 2009 nos brinda la oportunidad de dar a conocer mejor
esos peligros. Sin embargo, es también la ocasión de recordar que el agua no
tiene por qué ser una fuente de conflicto y rivalidad. Si usamos nuestros recursos
hídricos con justicia y sabiduría, el agua también puede ser un catalizador de la
paz y la cooperación internacional.
El agua debería considerarse como un recurso polifacético que ofrece
oportunidades para generar nuevos beneficios susceptibles de repartición,
solucionar algunos problemas de las partes interesadas y satisfacer sus
intereses respectivos. Cuando la gestión de las aguas compartidas se lleva a
cabo con los instrumentos adecuados –es decir, mediante la colaboración, la
tolerancia y la deferencia recíproca– puede abrir un sendero seguro hacia el
desarrollo sostenible y pacífico en muchas dimensiones: social, económica,
política, cultural y ecológica. De modo que los beneficios potenciales de la
colaboración en torno al agua pueden y deben trascender la simple gestión de
ese recurso.
Las experiencias del pasado confirman que distintos interlocutores con intereses
divergentes pueden llegar a usar un recurso común de manera armoniosa.
En el caso del agua lo importante es aprender a administrarla con equidad, de
manera que se garantice a todos la buena calidad y las cantidades adecuadas
del líquido.
A este fin, y para ayudar a las partes interesadas a manejar constructivamente
los delicados problemas relativos al agua, la UNESCO creó la iniciativa
Del conflicto potencial a un potencial de cooperación (PCCP). Este programa,
que se inauguró en 2001, tiene por cometido principal aumentar la capacidad de
prefigurar, evitar y solucionar conflictos de los decisores, diplomáticos,
profesionales de los recursos hídricos y otros copartícipes esenciales.
Aprovechando los estudios realizados sobre casos exitosos de cooperación, este
programa trata de cambiar la actitud que tradicionalmente ha prevalecido en la
gestión del agua y hacer que se pase de la rivalidad a la colaboración, la ayuda
mutua y la comprensión.
Hemos llegado a un punto donde no procede formular declaraciones ni
comunicados. Ahora, es preciso dar prioridad a la acción. Necesitamos movilizar
el compromiso político, la capacidad y la buena fe del ser humano para evitar
que se hagan realidad los augurios acerca de una inminente crisis del agua.
El agua ha sido un vínculo, no una barrera. Y debe seguir siéndolo.
Koichiro Matsuura

Bruno Martelli